sábado, 25 de febrero de 2017

“A Ideia” y el abyeccionismo

Portada de Yves Elléouet, 1965
El número 77-80 de la revista de cultura libertaria A Ideia, con más de 400 páginas, se centra en el abyeccionismo, con motivo del cincuentenario del proyecto de revista Abjecção (1966), frustrado por la presión policial sobre algunos de sus participantes.
Efímero movimiento en que intervinieron algunos surrealistas portugueses, el abyeccionismo es enfocado a fondo por António Cândido Franco en el texto central de este volumen, titulado “Sobre la circunstancia y sobre la ética del abyeccionismo”.
Lo más benévolo que puede decirse del abyeccionismo es que su nombre fue un completo equívoco, ya que el surrealismo es por naturaleza antiabyeccionista. Se supone que la idea era considerar que en una época abyecta (la nuestra, a su manera, no lo es menos) el poeta se ve condenado a la inadaptación social y en consecuencia a ser visto como abyecto, pero a nadie se le escapa que es imposible llamar “abyectos” a un António Maria Lisboa, a un Antonin Artaud, a un Jean-Pierre Duprey o a un Stanislas Rodanski. La fuente del equívoco la apunta el propio António Cândido Franco cuando señala la diferencia entre Luiz Pacheco (padre de familia numerosa que siempre me ha parecido un energúmeno, a pesar de que aquí se lo presente como un ejemplo de “hombre libre”) y por la otra parte Cesariny y Cruzeiro Seixas. Conviene rever el magnífico documental de la exposición “Surrealismo abrangente”, donde Cruzeiro Seixas le cita a Eurico Gonçalves unos versos de Cesariny: “Para frente puxam os bois, para cima puxam os homens”, comentando en seguida que “la idea de la abyección es lo contrario” y que “si una persona quiere provocar la abyección, está falseando alguna cosa”. “No estoy de acuerdo”, afirma contundentemente este artista y poeta a quien no le gustaba nada en el abyeccionismo su aspiración a llegar al máximo de la degradación.
¿Y Cesariny? En 1983 escribe: “Aquí y ahora y siempre en todas partes el surrealismo no tiene nada que ver con el abyeccionismo”, aunque poco después acabe por considerar aquella efímera aventura como una de las “claves” del surrealismo portugués, línea en que lo sigue António Cândido Franco.
El interés de los abyeccionistas por Sade y Bocage forma parte del mismo equívoco. Sade es la antiabyección, y Bocage en todo caso anuncia un fenómeno que sí merece toda estima: la bohemia revolucionaria. Pero esta nunca fue abyecta, sino una respuesta a la abyección, una tendencia ebria de ideal, de signo ascendente, como se ejemplifica en el gran Max Estrella (opuesto además, dentro de la propia bohemia, al sí que abyecto don Latino de Hispalis). Bocage es objeto de muchos trabajos en este número de A Ideia, e incluso hay una interesante encuesta sobre su signo actual.
Hay mucho más material, concerniente parte de él al surrealismo. De nuevo encontramos las trasnochadas críticas situacionistas, en un artículo que se apoya en Vaneigem, el apóstol del viva la tecnología porque con ella no tendremos que trabajar, y del viva el hedonismo juvenil del hago lo que me da la gana. Notable interés, en cambio, ofrecen el reportaje sobre Bruno da Ponte, director de la editorial Minotauro, donde tantas cosas valiosas se publicaron, la evocación de António José Forte por Fernando J. B. Martinho y sobre todo el magnífico ensayo de Maria João Fernandes sobre Raúl Perez, gran artista y gran figura del surrealismo, muy raramente abordado como merece –este es un estudio de referencia. Y hay también cartas a Cruzeiro Seixas de Franklin Rosemont, sobre quien se reproduce la semblanza de Michael Löwy.
En conjunto, otro número sólido, que se suma a los tres anteriores para enriquecer de modo impresionante la bibliografía del surrealismo en Portugal.
Pedidos: Revista A Ideia, Rua Celestino David n.º 13-C, 7005-389 Évora, Portugal.
https://issuu.com/a.directa/docs/a_ideia_2016_2a_parte