sábado, 30 de abril de 2016

Nuevas gaditanas


Las Ediciones Las Dunas dan a conocer otra publicación de Un Caminante, tras La cosecha deslumbrante, Las olas convergentes y Corrales y curiosidad. Ahora, Las revelaciones oceánicas se compone de una decena de fotografías marinas, con títulos magritteanos, sobre los restos de la civilización que aparecen en las orillas, más una que, en sentido contrario, muestra a un cangrejo sobre el empedrado callejero.


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Simultáneamente, en el mismo formato y con la misma buena calidad de papel, aparece, elaborado por Javier Gálvez y Bruno Jacobs, el número 1 de Mareas. Diario de las revoluciones marinas, cuya “edición de pleamar” se compone de tres partes: “Régimen de mareas”, “Notas sobre el paisaje marino” y “Desanclados”. El primero contiene una referencia a la perca trepadora, “el nocturno y pugnaz anabas testudineus, pez surrealista que nunca se reproduce en cautividad y que no se conforma con limitarse a salir del agua por la noche, sino que se aventura a reconocer nuevos territorios tras colarse insolentemente en barcos de pesca, e incluso se deleita en trepar por los troncos de los árboles costeros”.
Cuando hice la reseña de La cosecha deslumbrante, su motivo de las salinas me llevó a unas digresiones personales sobre las de Portugal, luego ampliadas a las de Lanzarote, a las andinas fotografiadas por Alex Januário y a las de Rik Lina en varios lugares del mundo; también el texto sobre los corrales pesqueros de Chipiona me retrotrajo a las visitas a los “caneiros” del Guadiana lusitano. Ahora, las seis fotos del cementerio de anclas en Puerto de Conil me recuerdan el del Arraial do Barril (Tavira), que descubrí y fotografié el 25 de octubre de 1992, restos de los gloriosos tiempos de la pesca del atún en el sur de Portugal. Este Arraial existió entre 1841 y 1966.


Arraial do Barril

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El signo oceánico impera también en El hilo de las mareas, que Gálvez y Jacobs publican en Solsticio Ediciones (Madrid), con fotos sacadas en La Caleta gaditana el 22 de marzo, acompañadas de breves leyendas. Reproduzco el detalle de esta maleta que ha encallado en las piedras de El Teso, zona de La Caleta y territorio que yo exploraba hace ahora unos cuarenta años, cuando paraba muchas horas en Cádiz a la espera de que el barco siguiera para Barcelona o volviera a las Canarias. Por ello, no es sin una emoción particular como asisto a los pasos marinos de estos caminantes.
En la página en que aparece este detalle hay, debajo, la imagen de unas llaves bajo el mar de la costa.



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Un diminuto folleto de las Ediciones de la Oscuridad, Xalapa, Veracruz, 2016, viene firmado por Violeta Cadena, quien en Cádiz ya había publicado Ruido de muros, por lo que lo registramos en compañía de Mareas y Las revelaciones oceánicas. Comparte además con ellos un mismo tono poético, en este caso atento a la “presencia popular en las calles y sus cultos: fantasmas de la ciudad que afirman el afán por lo desconocido”. Leyendas de Xalapa es el título de esta bella prosa acompañada de la imagen nocturna y desierta de una calle de la Xalapa antigua, sobre cuya profunda impresión en el espíritu del paseante ya disertó Bruno Jacobs en un texto incluido en el n. 4 de la revista del grupo surrealista de Leeds, Phosphor (“Notas sobre la ciudad onírica”).