miércoles, 26 de agosto de 2015

7 collagistas que ama la Bella Inútil

Collage redux, edición de La Belle Inutile, es una excelente muestra del collage surrealista actual, a través de los nombres de J. K. Bogartte, Miguel de Carvalho, Neil Coombs, Guy Ducornet, Rik Lina, Ribitch y Misiano-Genovese.
La presentación la hace Melanie Nicholson, y de cada uno de los antologados hay un texto sobre su práctica del collage. Melanie Nicholson, autora de Surrealism in latin american literature: Searching for Breton ghost, reseñado positivamente por Gérard Durozoi en Infosurr, aunque en su estudio no iba más allá de los nombres antiguos y hablaba al paso de “grupos neosurrealistas”, pergeña aquí una óptima introducción, reconociendo la vitalidad permanente del surrealismo y caracterizando bien la labor individual de los siete collagistas.
Las fotomorfosis de J. K. Bogartte hacen olvidar a veces que se trata de un poeta y narrador más que sobresaliente, pero aquí de nuevo resultan privilegiadas, en su calidad, por decirlo con sus palabras, de “forma de alquimia, de magia” y de “ejemplo del azar objetivo”. Las fotomorfosis pasaron del blanco y negro al color cuando la fotocopiadora fue sustituida por el escáner del ordenador, sin que ello supusiera merma alguna, tan inquietantes y turbadores son los resultados a través de un medio como del otro. En su texto, Bogartte señala lo que en ellas hay de ritual y conjuro, de deseo y revelación. Bogartte reside, hay la certeza, en Toyen Street, por lo que en todo lo que hace no es extraño sea lo habitual lo inesperado. Una de las imágenes reproducidas ya la presentamos en “Surrealismo Internacional”: Hijas solemnes de lo Análogo, y aquí tenemos ahora la fotomorfosis más reciente de las cinco que hay en Collage redux:

J. K. Bogartte,
 Soluciones eróticas para teorías imaginarias, 2014

De Miguel de Carvalho son cinco collages eróticos de la serie Tempo incerto –porque nada más incierto para los relojes, motivo de todos estos collages, que el tiempo abierto por Eros. La serie fue realizada en 2014, y los collages vienen acompañados de un texto que merece la pena ser traducido, por ser una brillante reflexión sobre su práctica general del collage, ineludible ya en el panorama de las dos o tres últimas décadas:
“En mi producción, el collage resulta de una especie de danza en que la mano y el inconsciente se rigen según el azar, en un acto de amor profundo extasiado por el impulso de fijar la imagen: una llamarada mayor que el fuego. Mi collage intenta ofrecer una orientación desprovista de preocupaciones estéticas y morales a través de la sustancia que se encuentra o que viene literalmente a parar a la mano.
El collage tiene una acción recíproca con su soporte, supraconsciente o racional, tal como el sol tiene interacción con la tierra, esta con el agua y el aire con la flor. Esta interacción de formas táctiles me da una nueva luminosidad emocional psicogeográfica evocando atmósferas líricas prisioneras, en parte, de mi concepción de belleza convulsiva y trascendente. Mis collages constituyen cuerpos que no se separan de la verdadera poesía. Son mis vivencias y mis deseos, mis montañas y mis horizontes fundidos en el silencio que viola el tiempo e incendia las nubes. Un collage mío conjuga también el agua y el fuego, la cama y los amantes. Procuro desembocar con mis collages en un laberinto de espejos, tornando el abismo iluminado.
Cada collage es una mirada, una ventana, una baranda interior del deseo que avizora lo más hermético del paisaje poético. Una floresta donde el viento no canta sino concentra aleatoriamente las hojas dispersas por el tiempo.
Mi collage es una acción inmediata, al paso que el dibujo y la pintura son una reflexión. Podría elaborar dibujos a partir de mis collages mas perderían todo el sentido del azar y de la espontaneidad, del momento y de su objetividad emocional. El collage constituye para mí un impulso de atención visual perpetuada e interrumpida por el instante de la eternidad. No es un capricho de la fantasía, sino un relámpago. Un resplandor que aflora del inconsciente presentándome lo que existe en él bajo la alucinación provocada por la libido”.

Miguel de Carvalho,
Tempo incerto IV, 2014

“Nuestra percepción del mundo es construida por secuencias de imágenes” y “comprendemos el mundo no a través de imágenes aisladas sino a través del collage”, escribe Neil Coombs en su breve nota sobre su práctica collagista. Dos de los ejemplos mostrados ya eran conocidos, al estar en The phantoms of surrealism, una de las más originales contribuciones al surrealismo aparecidas en los últimos años; son El fantasma de Cork Street (donde estuvo la London Gallery dirigida por Mesens) y La muerte del tatcherismo en Britania, cuya enorme pierna femenina emanada de un techo de paja parece haber venido viajando desde alguno de los collages de Miguel de Carvalho. Así, lo flamante aquí son las dos cubomanías, que se unen a las espléndidas muestras de Richard Waara para mostrar la fecundidad de una invención que no había sido suficientemente explorada sino por Luca. Una de ellas trabaja con uno de los rostros de mujer más conocidos de Leonardo da Vinci, el de la dama del armiño (Jorge Camacho, autor de El erotismo profanatorio de Leonardo, se hubiera interesado mucho por esta transformación de una imagen leonardina en que ni siquiera falta el motivo de los dedos), y la otra con un rostro más moderno:

Neil Coombs, Hair cubomania, 2014

Sobre los collages de Guy Ducornet, tan diferentes a todo lo que se hace o ha hecho en este vasto territorio, nada mejor que traducir sus propias palabras:
“El collage tal y como yo lo practico comienza siempre en la especie de banco de datos que me he constituido desde hace muchos años, a partir de innumerables fragmentos y elementos fotográficos y de impresos o de documentos de todo tipo. La mayor parte de ellos han perdido desde hace tiempo sus funciones representativas en beneficio de formas simplificadas, de estructuras depuradas, de variantes de colores o de texturas innumerables cuyo único denominador es haber sido reunidas de manera fortuita, al azar de las circunstancias de una vida agitada y nómada, al azar de los deseos de un total automatismo, sin ninguna decisión consciente aparente –antes de ser reducidos y recortados lo más rápidamente posible y sin otro fin preciso que poder (quizás) eventualmente ser útiles como elementos libres (al modo de los electrones del mismo nombre) en un nuevo conjunto que parece a punto de constituirse como por acto de magia... A veces en ese estadio, un cierto «sentido» o una cierta «dirección» pueden aparecer y ser comunicados a otros espectadores curiosos... Y si ese proceso totalmente libre me interesa y me cautiva tanto y desde hace tanto tiempo, es porque revela accidentalmente conexiones imprevistas e imprevisibles entre formas que pertenecen a un micro-universo cuyos elementos son quizás susceptibles de ser comunicados, transmitidos (o no) o revelados a todo espíritu cultivado curioso y aun sediento de lo maravilloso y de lo imaginario”.

Guy Ducornet, Malassis nº 1, 2014

Para Rik Lina no hay limitación de medios expresivos, ni frontera alguna para el automatismo. En su nota, refiere cómo vuelve al collage cada vez que no pinta, porque “la interminable corriente de las imágenes a través de mi estudio no puede ser interrumpida”. De 1996 es Mohusai, de 1998 Ligeia y de 2007 Oscura aventura, Yun jung kim y Birdsong, esta última una pieza maestra de sencillez poética, con ese sabor oriental de sus trazos caligráficos en tinta china, ese grafismo específico que encontramos en muchas de sus creaciones. Pero veamos, con los rostros simultáneos de Ligeia y Lady Rowena, la celebración genial de Poe a través de su cuento favorito, considerado por algunos críticos como el eje de toda su obra:

Rik Lina, Ligeia (Homenaje a E.A. Poe), 2014

Melanie Nicholson, al referirse a la fabulosa imaginación gótica de Ribitch, escribe que sus paisajes recuerdan las fantasías marinas de Maldoror. Los seis collages incluidos son de 2014, y se titulan Mar profundo, Laberinto de fantasmas, Carta del Dr. Lavish, Montón de calaveras y Quantum electro-morphous. No resulta inadecuado señalar ya que una de las características llamativas de este septenario de collagistas surrealistas es precisamente la diversidad que ofrecen, pero a la vez surgen curiosas asociaciones, como entre los dos primeros collages (que es a los que cabe la observación de Melanie Nicholson) y las fotomorfosis de Bogartte.

Samuel Ribitch, Carta del Dr. Lavish, 2014

Por último, Richard Misiano-Genovese, quien insiste en que no busca nunca impactar, sino dejarse llevar por el inconsciente y el azar, da ejemplos de sus “autobifurcaciones” y sus “aproximaciones”, como podría darlas de otros procedimientos suyos, ya que estamos ante un inventor incesante. (Quizás Misiano Genovese se enfrente con sus imágenes eróticas no solo al biempensantismo oficial, sino al de algunos de sus propios compañeros de armas, ya que se ha ido creando un cierto surrealismo casto, pudibundo, temeroso de que el racional-progresismo universitario e intelectual en general lo acuse de “sexista”. Quién lo iba a pensar...) Con Mujer mecánica en estado de gracia, es a los collages de Miguel de Carvalho a donde volvemos.

Richard Misiano-Genovese,
Mujer mecánica en estado de gracia, 2015

Collage redux, pese a su carácter excepcional en sí, no deja de ser sino una de las muchas muestras posibles del collage surrealista actual, tal es la riqueza de la permanencia y de la renovación de este medio expresivo en las huestes del surrealismo. Entre los nombres a que nos hemos venido refiriendo en estas páginas, son muchos los que podemos enumerar: Alex Januário, Sasha Vlad, Dan Stanciu, Richard Waara, Renato de Souza, Enrique Lechuga, Jhim Pattison, Byron Baker, David Coulter, Michael Richardson, Pierre-André Sauvageot, Nelson de Paula, Maria Regina Marques, John Welson, Kathleen Fox, Rodrigo Verdugo, Janice Hathaway, Ron Sakolsky, Amirah Gazel, Katerina Kubiková... Y a ellos debemos añadir nombres de “veteranos” como Ludwig Zeller, Sergio Lima, Zuca Sardan, John Welson, Gregg Simpson, John Digby o Martin Stejskal, y de figuras próximas al surrealismo como Lou Dubois, Laure Missir, Stanislas Rojanski o Aube Breton.