martes, 2 de junio de 2015

António Dacosta

António Dacosta, s.t., 1942

En su momento señalamos que, con motivo del centenario de António Dacosta (1914-2014), hubo una retrospectiva suya en la Fundação Gulbenkian de Lisboa, y se publicó un amplio catálogo sobre su obra. 
El catálogo, ya en mis manos, está muy bien ilustrado, aunque mezclando las dos etapas del artista, que son 1937-1948 y 1980-1990, y sin que en los dos ensayos se den las referencias a las imágenes comentadas, que hubieran permitido manejarlo con comodidad. El primer ensayo, de José Luís Porfírio, está muy bien, pero no así, por lo que respecta al surrealismo, el segundo, de Ruth Rosengarten, quien considera que, al comienzo de la segunda carnicería mundial, “la mayoría de los surrealistas europeos se encontraba geográficamente dispersa, haciendo carreras individuales, ya no unidos por su adhesión a un objeto común”. Aparte la deformación universitaria de las “carreras”, ello supone olvidar al grupo La Main à la Plume y el rápido aglutinamiento neoyorquino de VVV. Se dice luego que “es sintomático del atraso cultural de Portugal durante la dictadura salazarista el hecho de que los principales grupos surrealistas portugueses solo se constituyeran en 1948”, pero ¿qué decir entonces de Holanda, donde Brumes Blondes irrumpe en 1959, o de los Estados Unidos, donde el grupo Arsenal solo surge a fines de los años 60? Estamos, es obvio, ante la típica confusión del surrealismo con una vanguardia o un movimiento artístico. Se afirma, por último, que, cuando Breton y los exiliados regresan a Francia, no se dan “la oportunidad” ni el “impulso” necesarios para reagrupar el movimiento, cuando basta recordar el manifiesto Liberté est un mot vietnamien, de inicios de 1947 y el extraordinario relanzamiento de esos años, cuya excepcional importancia no es hace mucho que precisamente un estudioso portugués, António Cândido Franco, ha puesto definitivamente de relieve. En fin, todo se encharca definitiva y repugnantemente cuando se habla poco más adelante de la “misoginia surrealista”.
António Dacosta, poeta y pintor, fue uno de los pioneros del surrealismo en Portugal, tras haber conocido a António Pedro. Se estableció para siempre en París el año 1947, participando en la exposición de la galería Maeght, firmando Rupture inaugurale y estableciendo el lazo entre el grupo parisino y el de Lisboa. Dos años después dejaría la pintura tras haberse pasado a la abstracción, que era la moda. Sin embargo, en los años 70 reaparece tras la liquidación del régimen dictatorial y escribe una serie de prosas automáticas con Cesariny, una de ellas traducida en el catálogo de la gran exposición surrealista de Chicago (1976) y reproducida, con otras dos, y bajo el título de “El norte de Europa”, en el libro de Cesariny Primavera autónoma das estradas (nada de esto se señala en el catálogo). En 1999 se publicaron a la vez O trabalho das nossa mãos y Dacosta em Paris. Textos (Fundação Cupertino de Miranda), que vienen tras A cal dos muros (1994).