martes, 3 de marzo de 2015

Katerina Pinosová, Suzel Ania, Lucques Trigaut...


“Cuaderno de viaje interior” es el título de esta exposición actual de Katerina Pinosová, figura central del surrealismo checo y eslovaco.

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“Por un lado, hay una sociedad que corre en dirección a la aniquilación crítica y moral, por el otro hay artistas que no se interesan por la realización de obras que puedan suscitar interés, emoción, compromiso, que puedan modificar el comportamiento y el pensamiento humano. Así es como se crea un vacío que debe ser colmado con los sucedáneos de la sociedad del espectáculo, del narcisismo y de las imágenes, donde la fotografía triunfa”.
Suzel Ania y Lucques Trigaut son otras dos artistas maravillosas que sí que se interesan por la realización de obras como las que defendía Enrico Baj en 2003, de obras con “aura”, aún habitadas por el viejo analogon, por la vieja analogía (Discours sur l’horreur de l’art). Esta exposición de collages, titulada “Pot de colle”, tiene lugar hasta el 14 de marzo en la galería de Bruselas Quadri, siempre abierta al surrealismo. Hay, como se ve, piezas también de Anne Éthuin y de Marcel Mariën.

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Sobre el inolvidable Jorge Camacho:

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El pasado año tuvieron lugar dos importantes exposiciones no citadas en “Surrealismo internacional”. Una fue sobre Delvaux, “Le rêveur eveillé”, en el museo Cantini, con catálogo de 171 páginas. La otra sobre Niki de Saint-Phalle, en el Grand Palais, con un catálogo de 367 páginas. Delvaux es una figura muy discutida dentro del propio surrealismo, mientras que en la encrucijada del surrealismo, el expresionismo y el pop art vio René Passeron a la muy lúdica Niki, que por lo primero merece sin duda ser celebrada, y a la que José Pierre dedicó una nota en el n. 3 de La Brèche hablando de su “mirada azul”; sus “cuadros sorpresa” y su jardín del tarot en Toscana no pueden dejar indiferente al surrealismo.

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El catálogo de la exposición sobre el surrealismo en La Louvière, homenaje al primer grupo surrealista aparecido en provincia, es una delicia, que Xavier Canonne, el mejor conocedor del surrealismo belga, ha organizado en forma de abecedario. Contiene muchas reproducciones, en color la mayoría y algunas muy poco conocidas. Hay curiosidades notables, como una carta de André Breton a Achile Chavée de 1962 y una de las hojas Vendonah de Tom Gutt, haciendo una disección del recién académico Jean Paulhan y desmintiendo la noticia de la muerte de Jean Cocteau:
“Cocteau no ha muerto, no morirá jamás, no acaba de morir. Que se diga claramente: él no ha vivido nunca. Cocteau no existe. ¿Qué nos están contando de su cuerpo? Muerto o vivo, Cocteau no ilustra más que la nada”.
En la entrada que se dedica a la exposición surrealista de La Louvière en 1935, se dice que fue “la primera exposición surrealista en el mundo según algunos”, enorme disparate (¿quiénes son esos algunos?) que el propio Canonne corrige, pero solo para apuntar la de 1925 en París y la de Bruselas en el mismo año de 1935, cuando hay unas cuantas más, y si el prestigio de los nombres presentes impresiona, no menos lo hace la de Tenerife, celebrada medio año antes. Por otro lado, como de costumbre en este estudioso, se soslaya la cuestión del siniestro estalinismo de los Nougé, Chavée, Scutenaire, Mariën, etc. En fin, por anotar la tercera puntualización a un conjunto de resto irreprochable, el capítulo cronológico, a partir de 1967, solo ofrece efemérides fúnebres, como si desde esa fecha la historia del surrealismo en Bélgica se compusiera solo de una larga lista de defunciones.
El surrealismo en Bélgica: una larga y apasionante aventura que, aunque carezca ya de dimensión colectiva, continúa agitándose en la actividad de grandes figuras como Jacques Lacomblez, Jacques Zimmermann o Lucques Trigaut.