lunes, 23 de marzo de 2015

Auge de Aldo Pellegrini

Aldo Pellegrini es una de las figuras fijas, incólumes, del surrealismo. Toda novedad suya es una noticia para el surrealismo hoy, y nunca un mero dato bibliográfico.
En 2012 se reeditó su fabulosa Antología de la poesía surrealista de lengua francesa, que, avalada por André Breton y Édouard Jaguer, sigue siendo la más importante por lo que respecta al período que cubría, o sea hasta la fecha de su edición, en 1961. También apareció en 2012 su obra teatral, con el título de Teatro de la inestable realidad. En 2013, Lo erótico como sagrado. Y en 2014 Apostasía. Todo ello en Argonauta, donde son asequibles también La valija de fuego (con su poesía completa) y los muy altos ensayos que preceden las Obras completas de Lautréamont, la Antología de Oliverio Girondo y Van Gogh, el suicidado por la sociedad, de Antonin Artaud –un libro cuya primera edición en Argonauta, o sea la de mayo de 1971 (la tengo ahora mismo ante mis ojos), solo llegó a mis manos en marzo de 1976, pero para producirme una conmoción que aún recuerdo perfectamente, cuando yo vivía un período vital de excepcional intensidad, por los parajes mediterráneos del Masnou.
La solapa de La valija de fuego, en 2001, presentaba como si estuviera ya publicada la colección de ensayos reunidos La conquista de lo maravilloso. Pero se trataba de un libro fantasma, ya que luego no aparecía por lado ninguno, y bien que la busqué luengos años. Ahora, en la solapa de Apostasía, se sigue nombrando La conquista de lo maravilloso, por lo que esperamos la cosa ya vaya en serio. Durante muchas décadas, el gran referente ha sido el librito de ensayos Para contribuir a la confusión general, publicado en 1961, con sus “ensayos persuasivos” y sus “ensayos apersuasivos”, de interés y calidad excepcionales –y toda una bella, más que persuasiva introducción al surrealismo.
Apostasía es una novedad absoluta de Pellegrini. Se trata de una hasta ahora desconocida “obra radiofónica en tres actos”, escrita entre 1966 y 1969. Y lo más curioso y destacable es que versa sobre la trágica historia de Camila O’Gorman, que inspiraría en 1973 la bellísima novela de Enrique Molina Una sombra donde sueña Camila O’Gorman, cuya edición española leí yo en su día, con bastante deslumbramiento. Prologa Apostasía Rodolfo Alonso, para quien la pieza de Pellegrini “se yergue aún, ya en otro planeta, en otro mundo, abrumado por la barbarie consumista y la banalidad globalizada, como anatema realmente poderoso contra el auténtico calvario del amor-pasión padecido por la pareja, para siempre legendaria, de Camila O’Gorman y Wadislao Gutiérrez”. La espantosa sociedad que los masacró nos hace pensar en ese tópico inmundo que considera al surrealismo innecesario en la América latina, porque ya sería “surrealista”.
“Se llama poesía a todo lo que cierra la puerta a los imbéciles”.