miércoles, 8 de octubre de 2014

¡Abajo el trabajo!

Javier Gálvez acaba de publicar una reedición de Elíptica, en que añade a los cuatro textos poéticos uno nuevo, y le pone título a todos, revelándose que acompañan a sendas cajas: “Caja para guardar las formas del amor”, “Caja para guardar las formas del placer”, “Caja para guardar al gran hermafrodita”, “Caja para guardar las formas de la concupiscencia” y “Caja para guardar los sueños iracundos”. La foto que la acompaña también es nueva, pero se mantiene la palabra Eros debajo de las páginas desplegables, así como al final el lema “¡Abajo el trabajo!”.
“Y guerra al trabajo”, proclamaba La Révolution Surréaliste en 1925. Javier Gálvez repite en algunas de sus ediciones la consigna “¡Abajo el trabajo!”, mostrando, como ha ocurrido con la revalidación de À la niche les glapisseurs de dieu!, la continuidad esencial del surrealismo. A otros corresponde ensalzarlo, incluidos los grupos de pensamiento radical, que ahora, al menos en España, vemos afanados en ponerle cortapisas a la libertad, apoyándose en aquel pobre Camus o en quien les venga bien. Desde que tengo lo que se llama “uso de razón” no veo en el espantoso mundo que me rodea sino un espantoso entramado de espantosas normas, leyes, cortapisas, limitaciones, prohibiciones, etc., etc., y resulta que aquellos que buscan una alternativa válida a ese mundo lo primero que hacen es hablarme de los límites que ha de tener la libertad en ese nuevo mundo (donde no pocos de ellos, por lo demás, se reservan los puestos de dirección) y de la necesidad de “ser realistas”.
Pero recordemos siempre a Charles Fourier, o estas bellas palabras de Gérard Legrand:
“Si quiero verdaderamente resumir lo que me llevó al surrealismo, evoco esto: el deseo de una moral que no comenzase por negar esa libertad que en la ebriedad de mi adolescencia yo compartía tan solo con los animales de los bosques y de los campos”.
Y algunas citas de la entrada “Trabajo” en Cabina de barlovento, que debiera encabezar el “¡Abajo el trabajo!” de las ediciones Ardemar y de las cajas de Javier Gálvez:
“Trabajo: Uno de los procesos mediante los que A adquiere bienes para B”. Ambrose Bierce
“Trabajo: Todo lo que uno no tiene ganas de hacer”. Georges Henein
“Quiero un trabajo que entre a las doce y salga a la una, con una hora para el almuerzo”. Big Bill Broonzy
“–¿Es que no trabaja usted en nada? –Yo no tengo tiempo para eso”. En la película “La vida es así”.
“–Me pareció un trabajo rentable, y se pasa mucho tiempo al aire libre”. Abby (Virginia Mayo), en el western “Noche salvaje”, al alcaide que le pregunta por qué se ha dedicado al bandidaje
“La democracia reparte a los hombres en trabajadores y ociosos. Para los que no tienen tiempo de trabajar, no está acondicionada”. Karl Kraus
“No quiero ganarme la vida, ya la tengo”. Boris Vian
“Obtengo más sustento de las marismas que rodean mi pueblo natal que de los jardines cultivados en su interior. ¡Cuán vanos, pues, en lo que a mí respecta, han sido todos vuestros trabajos, ciudadanos!” Henry David Thoreau
“El trabajo es el mejor medio de escamotearnos la vida”. Gustave Flaubert
“Apenas salido de la infancia, e incluso un poco antes, había puesto en práctica sus teorías sobre el carácter despreciable del trabajo. Su divisa favorita era: «No somos bueyes». Su programa: «No hacer nada y dejar que hablen». La manifestación de esos bárbaros revolucionarios que reclamaban ocho horas de trabajo al día le arrancó dulces sonrisas, y felicitó de todo corazón a todos los guardianes de la paz (sic) que apalearon a esos formidables idiotas”. Alphonse Allais
“La gente que no para de trabajar lo hace para no tener tiempo de acordarse de que no tiene nada que hacer”. Francis Picabia
“La aversión humana al trabajo es «natural», como toda experiencia humana confirma”. Paul Garon
“De nada sirve estar vivo, si hay que trabajar”. André Breton
“Tengo tal necesidad de tiempo para no hacer nada, que no me queda suficiente para trabajar”. Pierre Reverdy
“–El trabajo es una maldición, Saturno. ¡Abajo el trabajo que se hace para ganarse la vida! Ese trabajo no dignifica, como dicen, no sirve más que para llenarles la panza a los cerdos que nos explotan. Por el contrario, el trabajo que se hace por gusto, por vocación, ennoblece al hombre. Todo el mundo tendría que poder trabajar así. Mírame a mí: yo no trabajo. Y, ya lo ves, vivo, vivo mal, pero vivo sin trabajar”. Don Lope, en “Tristana”, de Luis Buñuel
“El trabajo de los hombres oscurece la Tierra”. Malagrida
“El derecho al trabajo es el derecho a continuar siendo siempre un esclavo asalariado, un hombre de labor, gobernado y explotado por los burgueses del mañana”. Kropotkin
“Para todo hombre sensible, el trabajo es una infamia”. Maurice Blanchard
“Cuando te entren ganas de trabajar, descansa hasta que se te pasen”.