viernes, 11 de abril de 2014

Pornografía... cortés


Seguimos en el terreno de las sorpresas con esta publicación que nos llega de París, titulada Pornographie courtoise y compuesta de poemas de Claude-Lucien Cauët, dibujos y poemas de Guy Girard y fotocollages de Pierre-André Sauvageot.
Se trata de un juego en trío, bautizado con el nombre de “Juego de la transición de fases”, en que uno de ellos aporta un poema, fotocollage o dibujo, interpretado por otro en un modo de expresión diferente, y volviendo el tercero a la forma de expresión inicial, sin tener conocimiento del punto de partida. La intención, obviamente, es, como apunta Guy Girard en la nota introductoria, “observar cómo y según qué dinámica se relanza la imaginación ante un texto poético o una imagen”, por lo que esta indagación se sitúa en la onda de la reciente entrega de los propios Guy Girard y Claude-Lucien Cauët Les cerises, le soleil et l’escargot, ya aquí comentada.
En el “triálogo”, por usar una expresión que consagró en sus grandes años Agustín Espinosa, las posibilidades van variando: fotomontaje - poema - dibujo, dibujo - poema - fotomontaje y poema - fotomontaje - poema, resultando  seis “historias” (dos por cada combinación), tituladas “La bella inanimada”, “Emergencia”, “La hamaca de luna”, “Atalante”, “La china” y “La obstinada”. Como el erotismo es el que rige esta aventura, el título ha querido señalarlo, en una apelación oximorónica que remite a la vez al inventor de la palabra “pornografía”, Rétif de la Bretonne, y al Benjamin Péret que en “El núcleo del cometa” disertaba sobre el amor cortés.
El fotomontaje de Sauvageot arriba reproducido abre “La bella inanimada”. El poema de Cauët incorpora el “humus”, la luz lejana, la palma de la mano abierta de la bella durmiente, las “hojas frescas” y el murciélago como emisario diabólico, añadiendo elementos ausentes en el fotomontaje, como un caballero medieval y unas serpientes, que van a marcar el dibujo de Girard, donde además se multiplican los murciélagos y la dama aparece ya con los ojos abiertos.
Esta que vemos enseguida es la no menos bella china, a la que enmarca Guy Girard con dos sátiros que, tras el poema de Claude-Lucien Cauët, aparecerán convertidos en el fotomontaje de Pierre-André Sauvageot en dos estatuas fálicas, el escenario lacustre sustituido por una pedregosa costa marina: