martes, 25 de marzo de 2014

Jean-Paul Martino

Esta es una bonita publicación de Les Hauts-Fonds, recogiendo dos libros de poemas de Jean-Paul Martino (1935-1996), sobre quien hablamos hace muy poco. Tanto Osmonde como Objets de la nuit fueron publicados en Montreal, el primero en 1957 y el segundo dos años después. El prólogo de Osmonde es del maestro de Martino, Claude Gauvreau, nombre determinante en el surrealismo canadiense, y el frontispicio lo hizo Léon Bellefleur. Las ilustraciones de este volumen de ahora son de Jean-Pierre Paraggio, lo que le da un realce especial.
Posteriormente, Jean-Paul Martino expuso sus obras pictóricas, descubrió el arte de los haida, nootka y kwakiutl, se inició a la cultura china, estuvo en el Katmandú, publicó Surrealous bajo el seudónimo de John of McWaters, hizo un viaje de tres años de Tierra Nueva a los países escandinavos acabando en Turquía, cambió su nombre por el de Paul J. Martin y luego Yuan Woo y publicó como Yuan Otter Olmek Caravansary y Elutriation. Es sin duda alguna un individualista genial, que urge descubrir, o redescubrir. Si Osmonde y Objets de la nuit son sus únicos poemarios en francés, los tres títulos que acabamos de citar son en inglés y anuncian su reedición en las Ediciones Sonámbula.
Muy interesante es el postfacio de Richard Walter, quien ubica muy bien al poeta en el Canadá de la época: “De la «gran negrura» a la «revolución tranquila»: el paisaje de Martino”. La “gran negrura” era el Canadá de los años 40 a 50, una sociedad ultrarretrógrada en la que surgieron valientemente los automatistas y los discípulos de Alfred Pellan, entre los cuales se contaron Mimi Parent y Jean Benoît. Richard Walter muestra el carácter explosivo de Refus global, publicado por Borduas en 1948, un documento excepcional: “entre todos los manifiestos de vanguardia del siglo XX, uno de los más concisos y de los más directos”, que no dejó de influir, y mucho, en la liquidación de la “gran negrura”.
Richard Walter concluye afirmando que Martino tiene en común con Gauvreau “la revuelta y la intransigencia, una vida de pobreza y de errancia”, o, más bien, “una vida de militancia poética perpetua”. Uno de los poemas de Osmonde está consagrado a Antonin Artaud, y André-G. Bourassa, en su estudio clásico Surréalisme et littérature québécoise, no duda en calificar Osmonde como “poesía de la demencia en la estela del surrealismo de Artaud”. La lectura de estos poemas es un verdadero hallazgo de la aventura lírica, y merece ser recomendada sin reserva alguna.
“Je suis un vase d’arain rempli de chansons folles”.