lunes, 22 de abril de 2013

¡André Breton en China!


Guy Girard continúa sorprendiéndonos con sus autoediciones en Saint-Ouen. Esta vez funde el surrealismo con sus particulares amores orientales, en un breve y divertido André Breton en Chine. Pierre-André Sauvageot, habitualmente a cargo de los frontispicios de estas publicaciones de Guy Girard, lo que ha hecho aquí es reunir la documentación fotográfica, con cinco fotos realizadas por Raymond Tchang, el retrato daliniano de Li Xiao-Tu, y una foto de Dalí por la propia Li Xiao-Tu.
Raymond Tchang anduvo en el surrealismo parisino allá por los primeros años 30, pero solo se conocen de él dos poemas en el número surrealista de la revista belga Documents. Se llamaba Tchang Jin-Fu, tomando su nombre francés como homenaje al poeta de Locus Solus. Guy Girard parte de las teorías ucrónicas de Charles Renouvier, filósofo decimonónico junto a cuyo puente onomástico vivió Girard en París un tiempo, para describirnos el viaje de Breton y Dalí a la China, viaje anunciado al primero por las videntes que entonces consultaba: “Según parece, me veré obligado a ir a la China, hacia 1931, y allí correré grandes peligros durante veinte años”. El viaje, según Guy Girard, se celebró realmente en 1932, se sumó a él Salvador Dalí, no duró sino unos meses y los peligros no fueron muchos. En las fotografías de Raymond Tchang, que fue el anfitrión de sus dos amigos, vemos a Breton en la frontera sino-tibetana, a Dalí preparado para subir al Potala y a ambos al llegar a Shangai (viajaron en el “Aurelia”) y con Alexandra David-Néel, ante un convento de lamas.


¿Y Li Xiao-Tu? Esa es la joven y guapa intérprete, que pronto se empató con Dalí, quien le hizo este gracioso retrato con los relojes blandos; a su vez, de Li Xiao-Tu es la foto en que vemos al Dalí de los buenos viejos tiempos ataviado para asistir a una fiesta tradicional.
La estancia bretoniana en Shangai convocó a un grupo de jóvenes que hasta proyectaron la creación de un grupo surrealista, pero también puso ya en evidencia los males del comunismo autoritario. En Guangzhou, descubren en un jardín una colección de piedras de sueño, y si Breton se cree transportado a los cuadros de Tanguy, a Dalí le parece haber vuelto a los caprichos geológicos del Cabo Creus. Viajan luego a la provincia natal de Tchang, o sea a Sichuan, y encuentran en Chengdu a la citada Alexandra David-Néel, que les enseña lo que sabe del budismo y del taoísmo, poniéndose a debatir sus afinidades con el surrealismo. Sigue la expedición al Tibet, siendo recibidos en Lhassa por el propio Dalai-Lama, a quien retrata Dalí y que le agradece a Breton la carta que el grupo surrealista le ha enviado en 1925. Breton inquiere en vano por la legendaria Aggartha y adquiere magníficos mandalas...
Este cuaderno de Guy Girard, aparte su valor en sí, interesa porque abre caminos lúdicos verdaderamente apasionantes. ¡Cuánto pueden espolear nuestra imaginación, en efecto, estas posibilidades ucrónicas!
“Considerando no solo las actividades, hoy, en numerosos países, de grupos organizados o de individuos que se consideran surrealistas, pero también la pujanza mítica de este movimiento emancipador, inacabado e inacabable, he comenzado a imaginar superponer, a lo que es conocido de la historia del surrealismo, bifurcaciones, errancias posibles hacia los campos, ellos también, sin duda, magnéticos, de lo irrealizado. Juegos con la memoria, que es hija adoptiva de la imaginación: hay fechas de funcionamiento simbólico”.