miércoles, 7 de diciembre de 2011

Piezas del cine surrealista belga


Xavier Canonne, director del Museo de la Fotografía de Charleroi (y autor de la obra capital Le surréalisme en Belgique), es el presentador ideal de la colección Avant-garde 1927-1937, que acaba de publicar la Cinemateca belga, en dos dvds.
La presencia de cuatro películas de Charles Dekeukeleire son una rémora para el entusiasta del surrealismo, pero vienen muy bien para apreciar el foso insalvable que separa al surrealismo de las vanguardias. La primera es un simple ensayo formal sobre los combates de boxeo. La segunda, un nauseabundo documental sobre Lourdes, que, aunque Ado Kyrou lo haya destacado por exponer el lado comercial de aquella patraña, fue obra de encargo ni más ni menos que de las Juventudes Obreras Católicas (algo que Kyrou, en Le surréalisme au cinéma, no señala). La tercera se titula Impaciencia, y el espectador pierde pronto la paciencia al ver la admiración del autor hacia una cretina que presume de su moto; como “ensayo de ritmo cinematográfico”, se nos quedó enseguida sin ritmo, ya que al par de minutos le dimos a la velocidad 60 y pasamos a la siguiente. Esta, la última, de 50 interminables minutos, es una historia detectivesca que concluye con un grosero canto al progreso: el personaje investigado encuentra la razón de su vida en levantar, donde reinaba la naturaleza, una monstruosa presa, al parecerle lamentable que aquellas fuerzas vivas fueran “inútiles”; con todo, lo que hay antes de esta parte final no carece de humor ni de onirismo.
De Henri Storck se incluyen Images d’Ostende, Pour vos beaux yeux, Histoire du soldat inconnu  y Sur les bords de la caméra. La sorpresa –para unir a La mort de Vénus o al Idylle à la plage– es la segunda, siguiendo un guion de Félix Labisse, quien hasta aparece en las primeras secuencias; en la secuela de Un perro andaluz, nos presenta a un personaje que se obsesiona con un ojo de cristal encontrado en un parque. El lenguaje documental, más o menos lírico o crítico, domina las restantes, En la antimilitarista “historia del soldado desconocido”, vemos en acción siniestra y entrelazada al clero, a los políticos y al ejército, lo que hizo fuera prohibida en Francia por ultraje al Ejército.
Recordemos que los guiones surrealistas de Storck fueron publicados por Ado Kyrou en un librito precioso: La courte échelle et autres scénarios, Le Daily Bull, 1981.
Las dos perlas de la colección son sin duda La perle y Mr. Fantômas. Ambas pueden unirse a L’imitation du cinéma de Marcel Mariën, por cierto que también editada en dvd hace poco tiempo (ídem L’invention du monde de Péret y Zimbacca, por lo que ya no hay disculpas a la hora de pergeñar un ciclo de cine surrealista sin rellenos, no hablemos ya de las abominaciones tipo Le sang d’un poète).
La perle, realizada por Henri d’Ursel, tiene guion de Georges Hugnet, escrito en los momentos inmediatamente anteriores a su entrada en el grupo surrealista. Ado Kyrou, llevado sin duda de la hostilidad que el grupo sentía hacia el despreciable Hugnet en la época de Le surréalisme au cinéma, le quita el valor surrealista, pero este es obvio, y no solo “algunas imágenes eróticas poseen valor poético”. En La perle, además, resurge la inefable Musidora en la figura de las maravillosas ladronas de hotel vestidas con su maillot negro. Como apunta Xavier Canonne, La perle es un “bello ensayo poético en cuya línea se inscribirán Mr. Fantômas y L’invention du cinéma, en conjunto tres filmes únicos de tres realizadores-poetas”.
Fantômas fue la obsesión de ese gran personaje llamado Ernst Moerman, y a quien en este caso tal vez sea su amistad con Cocteau lo que hace a Kyrou ni nombrarlo en su libro de referencia. Era, por otra parte, amigo de Mesens, Magritte y Colinet, aunque sin implicarse en el grupo de Bruselas. Hijo de un comandante de infantería, no solo fue expulsado de varios centros escolares, sino degradado de la Escuela de Cadetes por haber meado delante de un general, que es lo que hay que hacer delante de un general. Entusiasta del jazz, que deja huellas en su poesía, vivía, como Django Reinhardt, en una caravana. Mr. Fantômas es una película deliciosa, y de una gran relevancia al suponer la plasmación fílmica por un surrealista, tras la de Feuillade, de un héroe altamente apreciado por el primer surrealismo. (Acotaré que yo mismo, ya bien lejano de ese “primer surrealismo”, me he leído su saga de 33 volúmenes en tres ocasiones).